Guiando la ruta de senderismo «Modelando las Montañas Sagradas de Gran Canaria», que discurre entre uno de los caminos que antiguamente transitaban las mujeres para comercializar las vasijas hechas de barro, y pasando por el sitio arqueológico de Risco Caído, la Asociación Bioagaete Cultural Solidario participó en la reedición del hermanamiento entre las Reservas de la Biosfera de Gran Canaria y la del Macizo de Anaga, Tenerife, el pasado sábado, 21 del octubre.
La actividad, cuyo objetivo es poner en valor la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, fue realizada en el seno del Anaga Biofest, una iniciativa que nace en Tenerife y que busca crear lazos entre las distintas Reservas de la Biosfera de todas las Islas Canarias.
Javier González, guía de turismo y parte del equipo organizador del Anaga Biofest, indicó que hoy en día las Reservas de las Biosferas son más importantes que nunca porque implican aspectos como el sector primario, la sostenibilidad, los productos kilómetro cero, la gente, sus tradiciones y merece la pena ver cómo se está gestionando en otras islas.
«Es un ejemplo clarísimo que somos siete islas súper bonitas, cada una con su Reserva de la Biosfera. Creo que hace falta conectarnos entre reservas porque son muchas las cosas comunes que nos unen y sobre todo los usos del paisaje en este entorno tan único que, poco a poco, parece que no, pero se va cayendo en el olvido y no está ese rescate de generación en generación», apuntó.
«La experiencia aquí ha sido única, un entorno idílico , un pasado desde aborigen hasta nuestros días. Ha sido un recorrido por la esencia de lo que es Gran Canaria, sin duda», concluyó.
UNA RUTA TROGLODITA QUE VISIBILIZA A LA MUJER RURAL
Paco Díaz, presidente de la Asociación Bioagaete, explicó que con esta actividad de senderismo, etnografía y arqueología, se ha hecho un homenaje a las mujeres ‘loceras’ de Lugarejos, Artenara, siguiendo los caminos por donde ellas transitaban a pie, desde la cumbre hasta la costa, con sus piezas a la cabeza, para su comercialización e intercambio; una actividad que ha caído en el desuso.
Mari Isabel León, la encargada del centro locero de Lugarejos es la última persona que se dedica a la alfarería tradicional en esta zona y pese a que imparte talleres y cursos para dar continuidad a esta tradición, lo cierto es que no hay ninguna certeza de que pueda mantenerse en el futuro.
«Yo empecé por hobby y sin darme cuenta me gané un oficio. Lo hice porque me gustaba, me dediqué a ir a las ferias, a hacer mis propias piezas, a dar talleres, cursos, muestras de artesanía y de todo un poco. Ya sin darme cuenta, llevo treinta años que hace que aprendí y ahora soy la última locera que queda en la zona. Me gustaría que no se perdiera porque esto forma parte de nuestra historia y nuestra cultura y desgraciadamente está en peligro de extinción «, lamentó.
Después de ver las destrezas de Mari en el tratamiento de la materia prima y seguir todo el proceso hasta ver terminada una pieza de alfarería, el recorrido continuó por el antiguo poblado troglodita de Risco Caído, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 2019.
«Finalmente hemos acabado con un evento gastronómico, con productos kilómetro cero de la Reserva de la Biosfera y hemos disfrutado esta ruta troglodita por estos caminos del centro de Gran Canaria», detalló Paco Díaz, tras evaluar positivamente el encuentro que reunió a un grupo de jóvenes de distintas nacionalidades de Europa y Latinoamérica.
En El Hornillo, la mesa fue la gran protagonista de la jornada, con productos locales de Agaete, como la miel artesanal obtenida de colmenas tratadas únicamente con productos ecológicos, de Aday Sosa. El vino tinto joven y semi blanco de la Bodega Los Berrazales deleitó a los senderistas que acompañaron el particular queso de vino, de la Quesería Artesanal del Rosario, con mermelada de café de la Finca La Laja y garapiñones de Agaete, de Garapiñarte, una delicia que no pasó desapercibida en los paladares de los participantes.
Tizziana, una de las senderistas, de origen francés radicada en Tenerife, consideró que es una experiencia genial poder conocer esta parte de la isla, combinando el patrimonio arqueológico, cultural y natural.
Ángela, valenciana, por su parte afirmó que tenía muchas expectativas y calificó de «espectacular» la actividad. «Poder ver este paisaje a través de los ojos de personas que lo adoran y que han vivido aquí es, sinceramente increíble, expresó.
La mesa fue la gran protagonista de la jornada, con productos kilómetro cero de Agaete, en El Hornillo.